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Sobre Nosotros

¿Quiénes somos?

Es habitual y casi obligado, que una empresa formule, a través de sus medios de difusión, redes sociales, sitios WEB y otras metodologías, la respuesta a la pregunta ¿Quiénes somos?

Si bien la génesis de una sociedad empresarial y su trayectoria hayan sido jalonadas por otras terminologías sistemáticas para que sea conocida – recordamos por ejemplo a las amenazas, fortalezas, debilidades y oportunidades-, hoy el mecanismo del quiénes somos obliga a estar más presente y abrir a todos sus propias reflexiones.

Introducidas las ideas en su amplitud junto a la noción de “salto” o Gap que explicamos en la Historia, lo sorprendente del largo caminar de Dick Haus desde 1945 es que no ocurrió un único Gap en su seno sino varios, y han sido cada vez más revolucionarios y originales. ¿Y por qué? Pues hubo y hay “algo” y “alguien” que lo provoca. Ambos términos se enriquecen con adjetivos calificativos que dejan las abrir puertas y los telones de Dick Haus a fin de revelar su propio Quiénes somos:

Innovativo, reflexivo, moderno, equilibrado, tradicional pero evolutivo, informado, previsor, visionario, riguroso, estricto, cordial, detallista…

Hay pormenores que distinguen a esta Casa de otras. Antes, nos permitimos darle algún nombre o una fisonomía: el Corralón, Dick Haus. El frente de su antiguo edificio con techo a dos aguas tradicional con un interior reformado y sistemático, o la imagen de una empresa que siempre se anticipa, factor de su éxito, o su movimiento intenso de carga, descarga, compra y venta cual una usina que genera energía de trabajo de alto voltaje, atención y servicio en forma permanente, y más…

Pero, desde aquellas primeras líneas entusiastas, a veces subjetivas, más los números, nombres, guarismos y marcas registradas que sellan la objetividad, ¿cómo podríamos condensar esos mentados adjetivos que acompañan al “algo” y al “alguien”, ya subrayados?

Tres verbos infinitivos que con vértices de un triángulo que todo lo resume, le imprimen también un potencial empuje que lo conduce a las órbitas del bien ganado prestigio y más allá, en el espacio ilimitado de una filosofía:

Ser, Estar, Saber.

Seguinos

El Corralón y su historia

Una historia, como tal, permanece inmutable hasta tanto germinen nuevas evidencias. A veces no sucede así, me animaría a decir en la mayoría de los casos y a fuerza de ser escéptico. Otras veces si, y en escasas oportunidades, ese sí es exponencial, algo que en las ciencias tanto exactas como humanísticas se conoce como el Gap, pico o salto tecnológico o funcional. Ocurre en todos los niveles, desde los encumbrados de la alta dirigencia hasta en los terrenales, familiares, escolares o elementales. Si para ese Gap acudiésemos a los gráficos probabilísticos y estadísticos de curvas, ejes, incidencias, pendientes y colores, apreciaríamos que las ondulaciones retrepan drásticamente. Estamos entonces, ante un caso prácticamente único.

Para demostrar esa expresión, guardamos en esta nueva versión de los acontecimientos, como primera medida, el apodo histórico y tradicional, El Corralón. La empresa se ha desenvuelto en el tiempo con las siglas de Schwartz & Jank S.R.L., Enrique R. Dick & Cia S.R.L., y Dick Haus, y así será.

¿Pero, y la historia? Muchos la leyeron, y si no, está en los archivos de esa Casa. Pueden rebuscar. Acá y ahora aparece, se acomoda, y sorprende. Los hitos llaman siempre la atención. Pero esa maquinaria que querrían subrayar - que es el Corralón-, no es tal, sino de quienes lo conocen, manejan, conducen, trabajan, se sacrifican y con ello triunfan: son sus recursos, sin duda humanos, que suenan fríos, pero son los empleaos, playeros, oficinistas, jefes y gerentes, choferes, administrativos, profesionales…, ellos todos que ceden lo mejor.

Ahora sí, vamos al punto:

La semblanza de Enrique Dick & Cia. S.R.L. es un caso inconfundible de tradición, crecimiento y profunda renovación en el Valle de Calamuchita. Si contemplamos el pasado y su historia, veremos lo que hicieron nuestros mayores, lo que ellos nos dejaron, para mejor, con su experiencia y sabiduría, sin desprendernos de esa memoria que nos enriquece. Casualmente, su historia está asociada al bello lugar de las Sierras de Córdoba donde hoy la Sociedad se asienta con orgullo: Villa General Belgrano. Son ahora pantallazos y golpes de luz y sombras que destellan en la dedicación y el esfuerzo.

La palabra “Corralón” adquiere nombre propio de la boca de los viejos pobladores y también de los más jóvenes, y su trayectoria empieza con la historia del sitio donde se asentó en 1932. Guardados por los socios gerentes Roland Herbert y Carlos Alejandro Dick, los documentos, actas, planos y libros permiten recorrer el camino que llevó a entender esta pujante sociedad.

El 31 de agosto de 1945 se crea la Sociedad Schwarz & Jank S.R.L., según escritura pública número ciento ochenta y tres, para dedicarse... a la compraventa y depósito de materiales de construcción, sanitarios y afines, depósito de leña, carpintería mecánica, ferretería, etc., con un capital de veinticinco mil pesos. Jank pone el terreno y Schwarz se ocupa de la construcción edilicia, dando forma a un conjunto de techo a dos aguas de tejas planas, mampostería en ladrillos de primera, piso de cemento alisado con mosaicos y pintura a la cal, sala para negocio en la parte central con su puerta de cedro a doble hoja escoltada por dos ventanales a guisa de vidriera y un limpia zapatos - raspa pie en la entrada y, en ambos extremos, dos oficinas de cada lado. Schwarz ocupa una de las que da al lado norte. Además, cuenta con una vivienda con dos piezas y un baño, más un tinglado con estantería para mercaderías y garaje para camión.

En 1949, en el registro de Empleados y Obreros que exigía el Código de Comercio, cuya Acta de inicio firma el entonces Juez de Paz, Alberto Castaldi, figuran seis empleados en la firma: Carlos Brauer, socio-gerente, cuyo sueldo era de mil pesos; Ethel Isabel Bousquet, oficinista, quien ya estrenaba una flamante máquina de escribir “Ideal”, con doscientos sesenta pesos mensuales, y los dependientes Alejandro Eduardo Ceballos, Carlos Schmitz, Erico Werner y Juan Miguel Baigorria. Ese año, el del Libertador General San Martín, la casa Schwarz & Jank S.R.L. de Materiales de Construcción y Afines, con un capital de 25.000 $, se expande. Sus socios iniciales, don Juan Jank y Carlos Schwarz, bajo el mismo rubro y objeto. Son designados gerentes, Carlos Schwarz y Enrique Brauer... con amplias facultades, por tiempo indeterminado, con el uso de la firma social y gozando de la remuneración que les asigne la Asamblea. La firma asegura sus existencias en “Helvetia” y “la Agrícola” y al camión Diamond T de 2,5 toneladas y seis cilindros en “Sud América Terrestre y Marítima”.

Con el correr de los años, se incorporan nuevos vendedores y peones. Don Carlos Schwarz ejerce como chofer accidental por renuncia de Weigert. En el `55 ingresa Carlitos Torres como conductor del Diamond y continúan en la nómina, Sánchez Luis y Sánchez Fabián. Desde 1958 a 1965, sólo son cuatro los empleados fieles de la firma: Krase, Bousquet, Ceballos y Torres. En 1966 se incorpora Ernesto Delfín Rodríguez, ex albañil.

El edificio se amplía: las oficinas del lado norte dan lugar a la extensión del local central y se construye el enorme tinglado-galpón-depósito en los fondos, con techo de zinc y frente abierto. El Corralón está bien provisto, hay muchos elementos de ferretería, pinturas y materiales de construcción; todo se vendía suelto, el ferrite rojo y amarillo, la masilla, el aceite de lino y el aguarrás, el yeso y el hormiguicida. Entre los años `50 y `60, el Corralón tenía ya su personalidad: los viernes a la tarde llegaba el camión desde Córdoba con los encargos, las encomiendas y los pedidos, y el conjunto era abierto, controlado y acomodado el sábado temprano. Juan Krase, quien iba y venía con una Siambretta, salía puntualmente a las diez de la mañana a tomar un cafecito en el “Ciervo Rojo” y trabajaba los sábados a la tarde en sus libros contables marca “Floriani”. Muchos fines de semana, “Isa” Bousquet, propietaria de una motoneta Paperino, quien cuidaba con gran celo los intereses, hacía innumerables copias de las facturas con una prensa manual y papel engomado – hay que recordar que la contabilidad era a mano -, y a las cuatro de la tarde bebía su té con leche de su termo color naranja. Carlitos Torres ya conocía al dedillo los lugares de reparto gobernando el Diamond con pericia, renegando con frenos y la manija de arranque, y Eduardo Ceballos, puntual, - solía decir que hay que agradecer cada día que nos levantamos y vemos el sol -, sabía al detalle donde estaba cada cosa, desde el papel España, el Gammexane, los galvanizados, los clavos Punta Paris y punta cajonera, cortaba el vidrio a la medida de cada cliente escrupuloso y también cargaba artesanalmente las garrafitas de gas para los “Sol de noche”. En esos tiempos, empezaron a llegar las garrafas de gas licuado, las comunes y las de “Agip”. Los sábados atendían en el mostrador, pues bajaban los propietarios de La Cumbrecita, con largas listas de demandas. Una de las características de los empleados es que “se quedaban sin uñas”, a fuerza de contar bulones, clavos y tornillos, siempre a mano. Se consume muchísimo material para la construcción, la cal viva que se almacena en un depósito hermético, el cemento Portland en sus bolsas de algodón de 50 Kg, la madera de pino Brasil, los caños cloacales de barro y el hierro de diversas medidas. Las pinturas “Alba” y “Cremar” se adquieren en grandes cantidades y hasta se ofrecen excelentes herramientas importadas y nacionales, como por ejemplo las palas “Fox” y “Gherardi”, serruchos “Jumbo”, sierras “Peugeot” y pinzas “Linesmann”. En las oficinas, en invierno, la estufa “Tamet” octogonal es la calefacción obligada, que perfuma el ambiente con leña de espinillo y una cacerolita con agua y hojas de eucalipto.

En libros, asambleas y oficinas contables se detecta un movimiento hacia lo novedoso. Aparecen inversores interesados y con capital; Villa General Belgrano se vuelve más dinámica, el turismo impera. Corre 1958. Los nuevos socios, Godofredo Miggitsch, austríaco, casado con doña Odette Scagnetti, Aloisio Sauer, austríaco, y Enrique Rodolfo Dick, alemán, casado con doña Ana María Antonia Bousquet, traen su aliento y energía propios. Jank había fallecido en el '52* y la sucesión estaba en poder de don Miggitsch, su hijo, incluido en testamento**. El capital social, a la fecha, asciende a 420.000 $. En 1960, Sauer transfiere sus cuotas sociales a los dos socios, Dick y Miggitsch y, por fallecimiento de este último, su viuda Odette, con percepción y entendimiento, vende sus acciones a Enrique Dick, a su esposa Ana María y a Ethel Isabel Bousquet. Ya en agosto de 1965, se solicita el cambio de nombre de la empresa por el de “Enrique R. Dick y Cia. S.R.L.”.

Se construyen nuevos depósitos, se amplía el rubro Artefactos para el Hogar y se mecaniza la administración contable y financiera. En el “Bazar”, del que se ocupa Annie Dick, predominan las camas, los colchones, algunas bicicletas, macetas, vajilla, artículos de limpieza y jardinería y, muy especialmente, la cerámica de don Bela Gero, residente en Rumipal. Es la época de la televisión, de los lavarropas automáticos, de nuevas pinturas. Los viejos azulejos “Vicryx” son reemplazados por los multicolores de “San Lorenzo” y las lajas blancas, verdes y coloradas dan otro tono a las casas en construcción. El depósito del fondo, con hierro, caños y hulla, es reemplazado por un enorme tinglado, amplio y cómodo, que hoy sirve con rapidez en la playa de carga y descarga.

Pese a los altos costos financieros, a dos feroces caídas de granizo, a inflaciones y devaluaciones, y a cambios de moneda, Enrique impulsa con solidez los trabajos de renovación y las inversiones. La compañía adquiere nuevos camiones, un Ford 600, luego los Ford 700 y 7000 y un Mercedes Benz 1518, con los que se realizan viajes largos a Salta, Misiones y La Rioja, e incrementa el servicio de reparto a domicilio con un Ford 350 rojo que reemplaza al viejo Diamond verde.

Roland Herbert Dick, “Ronnie”, un diligente analista de la actualidad y con visión heredada, impone la administración a través de la computadora, iniciándose con una Texas TI-99 de 16 Kb que se usaba con un televisor, pasando por computadoras más potentes, hasta hoy, donde cuenta con una red de última generación, y programas de control de stock, facturación, ventas, proveedores, cuentas corrientes y administración.

En 1990 se inaugura un novedoso sistema de autoservicio y en 1996 un elegante salón de exposición de baños y cocinas, diseñado por la esposa de Ronnie, Gaby. Enrique Dick y Cia., en su clara expansión, vuelve con una sucursal más grande en Santa Rosa de Calamuchita con cuatro dependientes, responsabilidad de Carlos Alejandro, quien se ocupa de todos los artículos de electricidad, pinturas y ferretería y, fundamentalmente, de darle forma y color a una nueva ampliación. Además, la firma forma parte de la COPMACO***, sita en Pilar (Córdoba), donde más de 50 empresas se han asociado para competir con precios mejores.

Entre los años 2000 y 2001, se producen amplias reformas, fruto de un estudio puntilloso de tendencias, necesidades y optimización. Esta vez, los movimientos son revolucionarios y el cambio, sorprendente por su audacia: se pasa de un modelo clásico de atención en mostrador a un autoservicio personalizado, con asesoramiento permanente donde quien ingresa puede desenvolverse tranquilamente pues cuenta con la indicación de los dependientes. Casi todo ha sido techado y la luz natural entra a raudales en cada rincón de los surtidos exhibidores. Las oficinas están al fondo y, a medida que se avanza, el visitante descubre la verdadera magnitud de este complejo.

Hoy, cinco décadas más tarde, observamos con satisfacción los resultados de aquel mojón: una S.R.L. impulsiva, en franco crecimiento, con una imagen invulnerable, que ha sabido sortear con inteligencia los avatares de economías tormentosas, que se ha adaptado a los cambios sociales, económicos y tecnológicos, que ha interpretado cuándo y cómo adecuarse a los vaivenes propios de un consumo cada vez más exigente y donde su patrimonio no sólo se mide por sus activos, sus edificios, su parque automotor, sus inversiones, predios y maquinaria, sino por algo a veces intangible pero que refleja el mayor potencial: calidad, servicio, idoneidad, satisfacción al cliente y atención cordial.

* Jank tenía un camión y traía mercadería desde Córdoba. Una tarde, intentando esquivar un vehículo que venía de frente, en la parte sinuosa, chocó violentamente contra los pilares de un angosto puente y murió en el acto. Lo acompañaba Dante Favot, quien sufrió heridas leves. ** Miggitsch vino de Austria especialmente para hacerse cargo de la empresa. *** Cooperativa de Materiales para la Construcción.

Podemos elegir, pero basta ingresar, ver, recorrer, apreciar lo que ofrece, que es lo mejor (como en Buenos Aires, dicen los clientes).

Para un cierre temporario, volvemos a las ciencias para aprovechar una herramienta que se conoce como “experiencia pensada o idealizada”. Cuando tratamos de explicar lo que no puede hacerse que, con medios muy complicados, acudimos a la imaginación y viajamos al futuro cercano, expectante, casi real:

¿Qué dirían ustedes si les cuento una visión del pasado reciente y un presente futurístico, para nada ciencia ficción?

Villa General Belgrano desborda. No hay lugar, en todo sentido. Ingreso de camiones, estacionamiento, imposible. “Alguien”, hace bastante tiempo, vio llegar a lo lejos nubes oscuras de dificultades próximas, así que la empresa compró dos predios de buen tamaño, uno en la ruta 5, otro en el camino a Los Reartes. Uno es depósito y salones de atención, otro es lugar para materiales de construcción. Pues así fue y de un trazo se resolvieron infinidad de problemas. A ello siguieron una sucursal de Dick Haus en Santa Rosa de Calamuchita, que hoy es modelo empresarial de gestión y atención. Ese módulo podría aplicarse a más localidades, previo evaluar…

¿Y hay más reingeniería? Puede ser…, esta vez sí hay que treparse a una nave galáctica y observar las posiciones geoestacionarias de los edificios y terrenos, los caminos de acceso, las fuentes de energía, las exigencias de la contaminación ambiental, las energías renovables, los residuos, la diversidad, y simular nuevos y audaces proyectos, desplazando, abriendo, reubicando y ensayando oportunidades.

¿Qué más podría agregarse? La imaginación parece que no alcanza, pero adentro de las mentes pensantes desborda, no lo duden. Es hora de dejar la pluma que ha pintado con trazos de vivos colores a un Corralón tradicional pero creativo, cargado de historia, pero con mirada al porvenir, donde los sentidos, las manos y la reflexión dejan abiertos los ventanales de un progreso ejemplificador, con nombres y apellido.